San Ignacio de Loyola

San Ignacio de Loyola

Inició su carrera como soldado, pero a los treinta años, en mayo de 1521, resultó herido en la defensa de Pamplona. Este hecho sería determinante en su vida, pues la lectura durante su convalecencia de libros religiosos lo llevaría a profundizar en la fe católica y a la imitación de los santos. Propuso entonces peregrinar a Jerusalén, para lo cual necesitaba llegar antes a Roma, pero antes pararía en Montserrat y Manresa, donde comenzó a desarrollar sus Ejercicios espirituales, base de su espiritualidad.

A su vuelta de Tierra Santa, comenzó sus estudios y a dedicarse a la predicación, basándose en el método de sus Ejercicios. Sus actividades le hicieron sospechoso de heterodoxo e incluso llegó a ser procesado en distintas ocasiones. Tras ver cerradas las puertas a la predicación, decidió continuar sus estudios en París, donde cursó filosofía y tuvo por compañeros a Pedro Fabro y Francisco Javier, entre otros.

Ignacio y sus compañeros acabaron pronunciando un voto de pobreza, iniciaron la Compañía de Jesús y decidieron peregrinar a Jerusalén, pero esta empresa resultó imposible y finalmente optaron por ponerse a disposición del papa. Ignacio partió a Roma junto con Pedro Fabro y Diego Laínez, experimentando durante todo el viaje multitud de sentimientos espirituales y una especial confianza en que Dios les sería favorable en esa ciudad.

Allí se dedicó a impartir sus Ejercicios, pero pronto sufrió las críticas de personalidades influyentes que infundaron rumores en su contra, acusándolo de ser un fugitivo de la Inquisición. Para impedir que las acusaciones prosperasen y acabasen impidiendo su actividad, Ignacio quiso que se abriese un proceso formal para así ser declarado públicamente inocente.

Después de esto se procedió a designar al primer General de la Compañía de Jesús, resultando Ignacio elegido unánimemente por sus compañeros. Sin embargo, rechazó la designación y pidió que la votación se repitiese tras madurarlo más profundamente. Volvió a ser elegido en segunda votación y, tras reflexionar y confesar sus pecados, finalmente aceptó.

Estuvo quince años al frente de la Compañía de Jesús como General, permaneciendo en Roma. Murió el 31 de julio de 1556 y su cuerpo, que fue inicialmente sepultado en la iglesia de Santa Maria de la Strada, fue trasladado a la iglesia del Gesù, sede la Compañía. El papa Gregorio XV lo canonizó el 12 de marzo de 1622 junto con Francisco Javier, Felipe Neri, Teresa de Jesús e Isidro Labrador.


Fundación de la Compañía de Jesús

Basílica de Loyola (Azpeitia, País Vasco. España).

Basílica de Loyola (Azpeitia, País Vasco. España).

Viaja a Flandes e Inglaterra para conseguir dinero para su obra. Tiene ya muy perfilado el proyecto y los compañeros que le siguen. El día 15 de agosto de 1534 los siete juran en Montmartre «servir a nuestro Señor, dejando todas las cosas del mundo» y fundan la Sociedad de Jesús, que luego sería llamada la Compañía de Jesús. Deciden viajar a Tierra Santa y, si no pueden, ponerse a las órdenes del Papa.

Ignacio parte a su tierra, por motivos de salud, y está por un período de tres meses. Luego hace varias visitas a los familiares de sus compañeros, entregando cartas y recados, y se embarca para Venecia, donde pasa todo el año de 1536, que aprovecharía para estudiar. El 8 de enero de 1537 llegan los compañeros de París.

El Papa Paulo III les dio la aprobación y les permitió ordenarse sacerdotes. Fueron ordenados en Venecia por el obispo de Arbe el 24 de junio. Ignacio celebrará la primera misa en la noche de Navidad del año 1538. En ese tiempo se dedican a predicar y al trabajo caritativo en Italia. Parte a Roma a pedir permiso para ir a Jerusalén y se lo dan, pero por problemas bélicos no pueden llegar y se ponen a las órdenes del Papa.

En el viaje a Roma sucede un hecho importante en la vida de Ignacio. En La Storta, localidad al norte de Roma, tiene una experiencia espiritual de excepcional trascendencia, que su autobiografía recoge así:

Tuvo tal mutación en su alma y ha visto tan claramente que el Padre le ponía con Cristo, su Hijo, que no sería capaz de dudar de que el Padre le ponía con su Hijo. Con esta expresión reveló la unión que desde entonces sintió con Cristo. Laínez completó estos datos, añadiendo que la visión fue trinitaria, y que en ella el Padre, dirigiéndose al Hijo, le decía: «Yo quiero que tomes a éste como servidor tuyo» y Jesús, a su vez, volviéndose hacia Ignacio, le dijo: «Yo quiero que tú nos sirvas».

Esto determinará la fundación de la Compañía de Jesús, sería el remate a lo que comenzó en Manresa con los ejercicios espirituales. La directriz era clara: ser compañeros de Jesús, alistados bajo su bandera, para emplearse en el servicio de Dios y bien de los prójimos.

En octubre de 1538, Ignacio se encaminó hacia Roma, junto con Fabre y Laínez, para la aprobación de la constitución de la nueva orden. Un grupo de cardenales se mostró a favor de la constitución y Paulo III confirmó la orden mediante la bula Regimini militantis (27 de septiembre de 1540), pero limitaba el número de sus miembros a sesenta. Esta limitación fue revocada a través de la bula Injunctum nobis (14 de marzo de 1543). Así nacía la Societas Iesu, la Compañía de Jesús o, como se le conoce comúnmente, «los Jesuitas».

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